Para responder a esta pregunta, tenemos que conocer el gasto cardíaco, que es la cantidad de sangre que bombea el corazón cada minuto.
Esta sangre pasa del corazón a la arteria aorta, y desde ahí se dirige a través de los diferentes vasos sanguíneos hacia todas las partes del cuerpo.
¿Cómo podemos medirlo?
Para medir el gasto cardiaco, necesitamos multiplicar la frecuencia cardíaca (número de latidos por minuto) por el volumen sistólico (volumen de sangre que expulsa el corazón, desde el ventrículo izquierdo hacia la arteria aorta, en cada latido).
¿Qué factores influyen?
Algunos factores como el metabolismo, el ejercicio físico, la edad y el tamaño corporal afectan a los valores del gasto cardíaco, que varían mucho con el nivel de actividad del organismo. Sabemos que en los varones jóvenes y sanos el gasto cardíaco medio en reposo alcanza los 5,6 l/min y 4,9 l/min en las mujeres. En el caso de un adulto en reposo, el valor medio es casi 5 l/min, algo menor que en lo jóvenes.
Esto nos indica que el gasto cardíaco sigue una proporción directa en relación a la actividad metabólica corporal y algunos estudios han demostrado que aumenta en proporción a la superficie corporal, es decir, a mayor superficie corporal tendremos un mayor gasto cardíaco.