Se encuentran en diferentes partes de nuestro cuerpo y proporcionan deslizamiento y amortiguación a las estructuras que rodean las articulaciones.
Una bursa es un "saco" lleno de fluido en su interior, con una membrana a su alrededor, que se sitúa entre algunos huesos, tendones y músculos que rodean una articulación y proporciona un amortiguador entre ellos.
Es positivo relacionarlo con aquellos conceptos que asociemos a protección, deslizamiento y amortiguación como pueden ser los "air bags" de nuestro coche, que en un momento dado actúan como este tejido sinovial del que hablamos.
De esta manera, actúa como una superficie deslizante para reducir la fricción entre los tejidos durante el movimiento de las articulaciones.
En ocasiones, además de su ayuda al movimiento, se ha asociado la bursa al dolor padecido por algunas personas en determinadas regiones, como el trocánter mayor, aunque algunos estudios nos muestran cómo en múltiples ocasiones, la bursa no está involucrada en ese dolor.
Imagen anatómica de algunas bursas de la articulación del hombro